lunes, 8 de abril de 2013

La Aguja Hipodérmica, Harold Laswell



La  teoría de la Aguja Hipodérmica fue propuesta por Harold Laswell, en su publicación, Propaganda Techniques in the World War ("Técnicas de propaganda en la guerra mundial"), en el año de 1927. Es una teoría acerca del efecto de los medios de comunicación masiva sobre la opinión pública.

Está basado en el poder de manipulación y en el cambio de conducta que tienen los medios sobre el receptor, en cuanto a cómo pensar y como actuar dentro de la sociedad, lo cual trae como consecuencia que el receptor pierda la capacidad de discernir, ya que no cuenta con una opinión y un criterio propio con relación a un determinado tema.

La característica de una sociedad de masas, marcadas por el aislamiento y la enajenación (alienación); y el desarrollo espectacular de los medios de comunicación hacen que la teoría hipodérmica sea perfectamente razonable en este contexto. Con ello la manipulación es posible.

 Es posible crear un estímulo, un mensaje, tan fuerte que se “inyecte” (de ahí el nombre de “hipodérmica”): es posible dar en el blanco. Entre el emisor y el receptor, entre el estímulo y la respuesta, no hay ninguna mediación que impida conseguir los objetivos, hay una relación directa de causa-efecto, algo mecánico, un vacío. De modo que la manipulación es posible porque frente a un poder enorme de medios de comunicación de masas no hay ningún elemento de resistencia.

Modelo de Comunicación, Wilbur Schramm

 

Este modelo presenta una teoría sobre la comunicación colectiva basada en el siguiente proceso: Entre la multiplicidad de mensajes que un receptor recibe al día, éste selecciona aquellos que menos esfuerzo le ocasionan para descodificarlo, los que más llaman su atención, los que responden a sus necesidades de personalidad y los que respetan las normas y valores de su grupo social.
En sus diversos estudios, Schramm pone de manifiesto su preocupación por “los efectos”. Esto significa que, en el momento en el que el emisor produce un mensaje, automáticamente está prediciendo sus efectos en la audiencia. Por lo tanto, la fuente tiene en cuenta las posibles distorsiones que el destino puede hacer de su mensaje o las malinterpretaciones que éste puede ocasionar y, además, prevé el grado de interés que el receptor puede tener respecto a su mensaje.
Para que el mensaje sea recibido con éxito, el autor señala una serie de pasos previos que hay que seguir:
  1. El mensaje debe hacerse de modo que llame la atención del destino.
  2. La fuente debe emplear signos que se refieran a una experiencia común de la fuente y del destino. Ejemplo de ello son las ideologías, los diversos temas a tratar, etc.
  3. El mensaje debe despertar necesidades de la personalidad del destinatario y sugerir maneras de satisfacerlas.
  4. Los modos de satisfacer esas necesidades deben adecuarse a la situación del grupo en la que se encuentra el individuo receptor (normas, valores, etc.).